Oye como se cierra la puerta a sus
espaldas. Para entrar al camping necesita permiso del vigilante y para salir
sólo le hace falta pulsar el botón rojo que acaba de ver al girarse.
Ahí el paisaje es el mismo que lleva viendo todo el día: árboles
frondosos, pequeñas zonas de césped, pocos arbustos y pocas plantas más. A lo
muy lejos se divisa el empiece del lago.
Según va andando por el liso pasillo de tierra, a sus dos lados va
viendo las entradas de las diferentes parcelas que componen el camping. Cada
una está señalada por un cartelito con el número de parcela y rodeada del tipo
de vaya que vio a la entrada, ese tipo de vallas que se pueden saltar si
quisieras. Con tanto árbol no se ve el interior de cada una, a lo mejor han
plantado más árboles en esas zonas por el tema de la intimidad y tal.
Si se viese podría ver en cuál está su padre. Además se le olvidó
preguntárselo a Christian. Vaya cabeza que tiene. Pensaba que sería más
sencillo. No es plan de ir metiéndose de una en una en cada parcela.
A lo mejor lo ponga en la
tarjeta. Sí, eso es posible.
La saca del bolsillo del pantalón donde antes la metió. El nombre, los
apellidos, la foto… Menuda foto. Tiempo de estancia, número de parcela…
Ahí está. Diez.
Cuando se quiere dar cuenta ha
acabado encima de una joven de tirabuzones rubios.
-¡Mira por dónde vas!- le grita
la rubia con voz aguda. La empuja para quitársela de encima haciendo que Alexia
caiga bocarriba a su derecha. Menuda fuerza que tiene la rubita cuando se
cabrea.
-Lo mismo digo. Y no hace falta
que empujes Barbie. Lo digo por el bien de tus uñas.-dice imitando su voz
aguda.
-Prefiero Jenny. No me llames
Barbie, Harry Potter.-había olvidado la herida que tenía en la frente, la
comparación es divertida, pero no si viene de su boca- Reza porque no le haya
pasado nada a mi móvil. – se levanta. Y va a por su móvil. Que aparentemente no
le ha pasado nada.
-Oh, perdoona…-dice irónicamente
mientras también se levanta y coge la tarjeta.-Eso te pasa por estar con el
whatsapp.
- Twitter.-la corrige.
-Oh, guau. Fíjate tú que
diferencia. Estabas haciendo algo inútil de todas formas. Rezaría porque se te
hubiese roto.
-Volveremos a vernos Potter.-y se
marcha.
★ ★
¿Es una amenaza? ¿Esa pija me
estaba amenazando? Madre mía, como con las pocas personas que hay aquí sean
todas como Jenny lo llevo crudo.
★ ★
Sacude como puede sus vaqueros y
la espalda. Continúa caminando todo recto en busca de la parcela número diez.
Pasados cerca de cinco minutos ve enfrente suya el cartel con el número
diez. Ya son las dos de la tarde, justo para ir a comer. O para hacer de comer.
Había olvidado que su padre quería que hicieran la barbacoa juntos.
Entra por el pasillito que conduce
al interior de la parcela.
Allí sentado en uno de los asientos de la mesa de picnic se encuentra
Julián, cuya mirada se cruza con la de su hija.
Su cabello se muestra más plateado que desde la última vez que le vio,
pero todavía le queda mucha parte de ese típico pelo castaño que ha visto en
tantas fotos. Esas fotos que le ha ido enseñando su abuela de cuando su padre
era joven. Ha dejado atrás aquella barba que cortaba cada semana para dar paso
a una perilla canosa.
Bajo sus ojos marrones se encuentran unas grandes ojeras que dejan
claro que desde hace mucho tiempo no duerme bien o duerme poco. Será que al
final es cierto que en estos últimos meses ha tenido mucho trabajo. A decir
verdad no tiene el mejor de sus aspectos.
Esboza una tímida sonrisa de alivio. Se levanta y camina hacia ella.
Rodea a Alexia con sus brazos pero esta no hace lo mismo con él. Simplemente se
queda rígida en el sitio.
-Me alegro de verte.- ahora
muestra una mueca de tristeza al notar su distanciamiento.
-Ya.
-Bueno pues este es el sitio en
el que pasaremos un mes. A ver qué te parece. Pienso que así te gustará. Si no
te gusta puedes cambiar a tu gusto. Ve a echar un vistazo mientras enciendo el
fuego, pero no te enrolles mucho que ya es tarde y tengo ganas de que la
barbacoa la hagamos juntos.- dicho esto le da la espalda y se dirige hacia la
pequeña barbacoa que estaba al lado de la mesa de picnic.
Alexia deja la mochila a sus pies y observa desde el sitio en el que
lleva desde que llegó.
La parcela es bastante grande y al estar de las últimas de ese pasillo
se ve una pequeña parte del lago. A su izquierda se encuentra la mesa de picnic
y la barbacoa donde está su padre, junto con una nevera portátil y varias cajas
donde supone que está la comida y grandes garrafas de agua.
Ha sustituido los troncos de las películas por cojines alrededor de una
hoguera sin encender aún. Enfrente suya hay una tienda de campaña a la que se
llega por unos pequeños peldaños, nunca había visto una así, todas suelen ir en
el suelo como la otra que hay a su derecha. También ha traído su vieja radio y
cañas de pescar, que se encuentran al lado de una barca tumbada en el suelo. A
su derecha se alza un cilindro hueco con cortina que deberá de ser para que se
cambien de ropa. Le habrá costado mucho tiempo traer todo esto y montarlo.
En la rama de un árbol ha colgado una rueda de una cuerda haciendo de
columpio como hacia todos los años. Lo que pasa es que ahora todo ha cambiado.
Empezando por ella. Ya no tiene siete años, pero ha de reconocer que tiene ganas
de comprobar si esa rama puede resistir su peso.
Todo le parece bien, pero se ha
dado cuenta de que no ve ni rastro de un baño o de cualquier cosa que se pueda
hacer pasar por ello.
-Para la ducha y demás siento
decirte que tendremos que ir al baño público que está a la derecha del lago.-
indica Julián, el que parece haberle leído el pensamiento.
-Ah, vale. Por lo demás está todo
muy bien como lo has preparado.- dice en el intento de ser amable con él y
empezar de nuevo con su relación de padre e hija. Ambos tendrán que empezar de
cero.
Él la sonríe. Alexia se acerca a
la barbacoa a ayudarle. El calor que desprende no es de agradecer, bastante es
el calor que hacía ya. Prepara la mesa y le pasa lo que le ordena. En el
intento de hacer algo más hace que se quemen algunos de los filetes. Está claro
que la cocina no es lo suyo o al menos hacer barbacoa.
Cerca de las tres de la tarde,
finalmente se sientan a comer.
-Te has pasado comprando.- mira
alucinada la fuente de comida que tiene delante.
-No es mucho teniendo en cuenta
que nos hemos quedado sin gran parte de ellos porque los has quemado.-Hace una
pausa para masticar un trozo- Esos para los peces.
-Exagerado, siguen siendo
comestibles.-coge uno de los trozos quemados y se lo mete a la boca. A los
pocos segundos le entran arcadas y se gira para escupirlo. – Buag, sabe a
carbón.
-No sé por qué será…-comenta
irónico.
-Muy gracioso.-dice después de
haberle dado unos cuantos tragos de agua.
Silencio. Siguen comiendo.
-Alexia de verdad que lo siento
mucho por todo.-rompe el silencio.
-Va, no empieces. Estoy aquí.
Estoy intentando perdonarte y ser amable. Mejor borra este tema de nuestras
conversaciones.
-Está bien. ¿Qué te ha parecido Christian?
-Parecía majo y tal cuando le vi.
Tampoco me ha dado tiempo a conocerle pero hablando me ha dado una imagen del
típico chico creído y borde. No sé, eso es lo que me ha parecido.
-Creo que deberías fiarte más en
lo que te dijo su apariencia, en este caso. Se encuentra un poco perdido y
muestra dos caras completamente distintas. Es normal, su infancia no ha sido
muy fácil.
-La mía tampoco ha sido muy fácil
que se diga…-suelta de indirecta como el que no quiere la cosa. No sabe cuál
será el oculto pasado de Christian. Ya lo averiguará otro día.
-El chaval es buen chico, ya
tendrás tiempo de conocerle. – ignorando
el comentario de su hija la agarra de un brazo para que le siga- Ven te quiero
enseñar algo.
Alexia le sigue con curiosidad. Su padre se para enfrente de un árbol
bastante grande. No sabe lo que quiere que vea su padre hasta que lo ve más
abajo.
Raspado en el tronco están los números del uno, que se encuentra el más
bajo, al seis, que es el más alto. Cada número está acompañado de una raya que
indica una medida.
Arriba de todos los números está puesto el nombre de Alexia.
Aquello que está viendo es un
medidor de su altura a lo largo de todos los veranos que pasaron allí.
-Siempre cogíamos la misma
parcela por petición de tu madre. Apuesto a que le hacía más ilusión a ella que
a ti ver como la rayita era más alta cada año.
-Es un recuerdo muy bonito,
papá.-dice emocionada.
-Sí, lo es.- por su tono está
claro que le ha hecho muy feliz que se haya referido a él como su padre.
-¿Podrías medirme
ahora?-pregunta.
-¿Ahora?- dice dudoso, no se
esperaba esa petición pero acepta.
Alexia coloca sus talones y
espalda pegados al tronco del árbol e intenta ponerse más recta como puede.
Llega su padre con un cuchillo para raspar la corteza haciendo que a esta se la
erice el vello sólo de notar el frío filo del cuchillo tan cerca de su cabeza.
Tras haberlo señalado la chica puede ya cambiarse de sitio, más aliviada.
Después de haber puesto el número
dieciséis al lado de la raya se gira para hablar con su hija.
-No tengo un metro a mano pero calculo que medirás un metro sesenta y
ocho o así. Muy poco si cuentas con estas dos torres de padres que tienes.
Contando con que tu madre
estuviera aquí…
-Bueno tú tampoco mides más de uno setenta y cinco, y mamá era como tú.
-Pero ya es más que tú. – esta le da un golpe cariñoso y él se ríe.
Hace una pausa y a continuación se pone más serio.- Alexia… verás… respecto al
tema de tu madre…
-He dicho que prefiero no hablar de ese tema, por favor.
-Esto es importante déjame acabar.
-Está bien.
-Cuando tuvo el accidente… estaba esperando un niño de tan sólo dos
meses.
★ ★
¿Y me lo suelta así de golpe? No es muy fácil asimilar que en un
mismo día perdiese una madre, un padre y un hermano que ni siquiera tuvo la
oportunidad de llegar a ver la luz del sol. Debe notarme el impacto en la cara
que se me ha quedado.
Desde siempre he soñado tener un compañero de juegos y demás. Y
ahora me entero de que mi sueño de la infancia estuvo a punto de hacerse
realidad.
★ ★
-¿Un
her… hermano? ¿Por qué no me lo dijisteis nunca sabiendo la ilusión que me
haría?
-Sabíamos que te haría mucha ilusión, por eso preferíamos
guardarlo en secreto para darte una sorpresa diciéndotelo si lo notabas o, si
no te percatabas de la tripa, cosa que sería ilógica, te lo pensábamos decir
cuando llegase el bebé. Pero nunca llegó.- Alexia agacha la cabeza
asimilándolo. Vuelven a donde están las tiendas de campaña y demás sin mucho de
lo que hablar, él esquiva seguir hablando del tema. – Ahora que te he medido me
he fijado en tu herida de la frente. ¿Qué te ha ocurrido?
-Me caí mientras andaba hacia mi asiento del autobús. Menos mal
que un chico me ayudó en todo lo que pudo, fue un detalle por su parte. –sonríe
al recordar a Sergio y todo lo ocurrido. Pero sigue sin saber porque en ese día
optan por esquivar temas importantes en vez de acabar de contarlos, pero
prefiere pasar y tratar ese tema en otro momento.
-Vaya. ¿Te gustó el del
autobús, verdad?- deja caer dándole un codazo mientras sonríe.- ¿Qué tal de
chicos en general?
Alexia se sonroja un poco. No entiende a qué viene ahora esa pregunta
sacando el tema chicos después de los altibajos de los que está compuesta su
relación. Opta por una respuesta simple.
-Ahí vamos…-hay un incómodo silencio de por medio.- Por cierto,
tengo que darle una señal de vida a este chico. Es. Sólo. Un. Conocido. –dice
pausadamente para que le quede claro.
-Vale. Vale. Entendido.-levanta las manos al igual que un
delincuente hace cuando la policía le pilla.- Pues me iré a por más leña, que
la acabaremos necesitando, para dejarte in-ti-mi-dad. –comenta imitándola.
Cuando su padre se ha ido esta se dirige a su mochila en busca de
su móvil.
Teclea su número de memoria. Apenas ha dado a llamar cuando ya se
oye una voz al otro lado del teléfono.
-He esperado todo el día a que me llamaras.
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