miércoles, 18 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 4

Una mano le agita el hombro suavemente. Alexia abre un poco los ojos y ve una mujer vestida de verde. Bueno, en realidad una sola no, ve millones de mujeres vestidas de verde hasta que consigue que las imágenes se centren en una sola.

Ahora lo ve claramente. Delante de ella se encuentra una mujer rubia con el pelo corto que aparenta tener cerca de sus cincuenta años. Según su uniforme debe de ser un guarda forestal. No parece ser muy fuerte. La mujer no para de agitarla delicadamente. Hablándola pero esta sólo oye murmullos, nada claro.

-Perdona, ¿qué decías?- consigue decir.

-Me preguntaba que hacías aquí tumbada en medio del bosque, tendrías que tener más cuidado. No sé qué te hubiera pasado si no te hubiera encontrado. Es muy peligroso andar sola por aquí, sobre todo si llega a anochecer. – dice la guarda seriamente al principio pero su tono se acaba suavizando al final.

-Lo sé, me había…perdido. Intentaba llegar al camping que está cerca de aquí pero debe ser que me desvié o algo.

-Ah… pobre, ¿no venías acompañada de un adulto?

-No… solo yo.

-Vaya, venga sube que te llevo hasta allí en el jeep.

Estira su mano y ayuda a Alexia a levantarse. No se había percatado de que detrás de la mujer se encontrase ningún vehículo.

-Por cierto me llamo Tania Robles, agente Robles, pero llámame Tania.

Que casualidad que se apellide Robles y trabaje en la naturaleza. El típico chiste.

-Alexia Mejía, encantada.-indica la joven.

-¿Gallega?-pregunta la guarda forestal.

-No, pero el apellido sí.-responde.

-Bueno, pues Alexia te presento a Aria que estará encantada de acompañarte en este pequeño trayecto.-dice sonriente la mujer.

-¿Aria?...-no sabe por dónde van los tiros.

-Sí, el jeep.-sigue sonriente.

-Ahhh… el coche…-se ha quedado a cuadros.

Que mujer más rara que por poner nombres se lo pone hasta al coche. Al final va a resultar que es verdad que la soledad sienta mal. No sabe si reír o llorar, mejor que no haga ninguna de las dos cosas y se limite a seguir el rollo a esta extraña señora.

-Yo también estaré encantada de que Aria me acompañe.-sonríe también.

-Bien entonces. Subamos.

Dicho esto las dos suben en el vehículo y este arranca.

Hacía mucho que no subía a ningún coche. Su abuela tiene el carnet pero hace mucho que no coge su viejo Audi y le ha cogido cierto miedo a conducir.

 

Alexia aprovecha para sacar la cabeza por la ventanilla, no van demasiado rápido ya que no es carretera, ni tampoco corre mucha brisa, pero con lo poco que le da de aire le basta.

Todo lo que se ve siguen siendo árboles, no sabe cómo la guarda se sitúa y sabe cómo ir.

No hablan por el camino, la mujer parece estar metida en su mundo.

Ella en cambio se limita a pensar en Sergio.

 Es increíble que se haya tomado la molestia de hacer eso para conocerla. ¡A ella! No se lo puede creer. ¿Cómo puede llegar a pensar que no querría conocerle y que pasaría de él? Cualquier chica estaría a los pies de ese joven con el pelo negro azabache que posee unos ojos que reflejan el mar. No tiene la pinta de ser de esos típicos tíos creídos, que piensan que el mundo es suyo y las chicas son de usar y tirar. Él no es así, se ve con sólo mirarle. A simple vista la gente expone a los demás parte de su personalidad.

 

Se siente un poco mal pensando de ese modo de otro que no sea Iván.

Esto le lleva pasando mucho tiempo, demasiado. Ha salido con uno o dos más después de él pero apenas han durado unas semanas antes de que ella cortara con ellos, siempre por lo mismo: porque aunque fuesen chicos increíbles no le gustan tanto, porque se siente incómoda, siente que le defrauda a su amigo… Aunque esto puede que no sea así porque él también ha salido con algunas… Simplemente porque ellos no son Iván. Ya está. Para qué engañarse uno mismo.

Quizás a Iván le pase lo mismo que a ella, y por eso también corte rápido. Eso quiere ella pensar. Pero ambos saben que están mejor como están.

 

Podría haber salido con más si ella hubiera querido, no es que sea de esas chicas que vuelvan locas a todo el instituto, pero más chicos de los que ella jamás hubiese pensado han estado detrás de ella. No le gusta haberles tenido que hacer daño sin querer.

No pensó que siendo como es gustase, no es que tenga mala personalidad, sino que es diferente a lo que se suele llevar. O puede decirse que ella tiene personalidad y las otras no, que son todas unas copias de otras, sí, así está mejor dicho.

Es más reservada; más tímida, no es que sea borde o seca simplemente no le gusta llamar la atención; no es tan popular, prefiere tener amigos que pueda contar con los dedos de la mano y que sean verdaderos a tener quinientos ‘’amigos’’ y que sean todos falsos como un billete de tres euros y no te valoren como persona; no tiene las mismas aficiones musicales, mientras las demás se vuelven locas bailando reggaetón, ella prefiere estar tumbada en la cama con los cascos oyendo algo como pop, rock o electro, algo que tenga más sentido en la letra.

Cosas de esas la diferencian. Sofía y Mónica son más como ella.

Será que lo diferente gusta.

 

Puede que con Sergio le salgan las cosas mejor que con los demás y sea la oportunidad de olvidarse de una vez de ver a su mejor amigo de esa manera. No es que quiera usarle para ello. Ese chico le gusta de verdad.

 

 

Pasados unos minutos y empiezan a verse unas vallas de madera, serán de indicación o para que no pasen animales, porque son igual de altas que las que colocan en los parques infantiles que cualquiera puede saltarse si quiere. Se encuentran en la puerta de entrada del camping. Unos postes de más de tres metros de altura alzan un cartel de madera también con un letrero en el que pone con letras negras ‘’Bienvenido a Lake Violet’’.

-Parece que hemos llegado.-el silencio al fin se rompe. Y el jeep frena.

-Sí, parece que sí. Muchas gracias a ti y a… Aria por haberme traído, en serio. No sé qué habría sido de mí si no me hubieras encontrado.-sale del vehículo, cierra la puerta y se apoya en la ventanilla mientras termina de hablar.

-Ha sido un placer hacer algo de provecho. En otras circunstancias te diría que exageras, pero como el caso es que esto es un bosque tienes razón, nunca se sabe que podría haber pasado.

Alexia busca su monedero con algo que pagarle a la señora por las molestias cuando esta le ve las intenciones.

-Eh, no me des nada. Hasta la vista Alexia. Disfruta tu estancia y no te me vuelvas a perder.- lanza un beso al aire y arranca antes de que Alexia pueda decirle o hacer nada para pararla. Y se va saludándola con la mano mientras esta ve como se aleja entre la arboleda.

Se encuentra otra vez sola. Pero las condiciones han cambiado, ahora no se encuentra perdida, está enfrente del cartel del camping donde pasará un mes.

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