miércoles, 18 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 2


‘’Va hablando alegremente Claudia después de haber pasado el día en el zoo. Están haciendo el recuento de los animales vistos. Le divierte ver a su madre imitando los animales. Las dos se ríen. De repente, Claudia mira a su izquierda y se pone pálida. Alexia le pregunta que ocurre sin respuesta. Se pone muy nerviosa, no sabe que es lo que ha dejado a su madre paralizada.

Entonces lo ve, primero las luces, después distingue la figura de un coche. Este va directo hacia ellas. Su madre intenta esquivarlo como puede. Pero ya es tarde.

La niña ve el impacto, como el cuerpo de su madre va hacia la derecha y luego vuelve a la izquierda chocándose con los cristales que quedan de lo que antes era su ventana y acaba con la cabeza en el volante, sangrando, los airbags han amortiguado poco. Todo ocurre muy rápido. Ve algunos cristales ir de aquí para allá. Se hace muchas heridas pero no las siente. La imagen de su madre se le ha quedado grabada para siempre en la pupila. Lo demás que ve a continuación es oscuridad. ’’

 

Quiere gritar pero no le sale la voz. Despierta paralizada. Vuelve a la realidad y se sonroja al comprobar que algunos de los pasajeros del autobús están mirándola con mala cara, entre ellos Sergio que le mira con preocupación.

 

-Perdón… - las mejillas le arden. La gente murmurando se da la vuelta y continúa a lo suyo.

 

-Un mal día, ¿eh?- Alexia se gira sorprendida, no se había percatado de que Sergio la seguía mirando.

 

-Oh. Sí, sí. Perdona  sigo medio dormida. ¿Qué he echo mientras dormía para que se me queden mirando con esa cara?

 

-Pues… no parabas de moverte, te quejabas y dabas algún que otro gritito, pero no te preocupes, son unos exagerados.

 

-Que vergüenza. ¿Te he despertado?

 

-Que va. Ni siquiera he dormido, tenía muchas cosas en las que pensar. Tú en cambio habrás dormido cerca de media hora.

 

-Tendrías que haberme despertado, te habría echo compañía.  Los viajes en autobús se hacen muy aburridos.

 

-Tranquila, me has hecho compañía quieras que no. Te has movido mucho, pero no de mi lado.

 

-Que bobo. Si lo ves de esa forma…- los dos ríen. Es increíble la confianza que han cogido en apenas una hora. Sin contar que ella se habrá pasado cerca de media hora o más durmiendo.

 

Siguen hablando el resto del camino. Este chico tiene algo que le gusta, es una pena que dentro de nada tengan que separarse y puede que no le vuelva a ver. Quién sabe. La vida da muchas vueltas.

 

Sergio tiene veintitrés años. Es muy amable y divertido, le encanta hablar con él. Se dedica a la fotografía, pero también podría ser un gran pintor, los bocetos que le ha enseñado son preciosos. El fin de su viaje es pasar dos semanas en la casa de un primo Marco que vive cerca de la sierra, todos los veranos le invita a pasar algunos días. Allí harían escalada y demás, a Sergio le encanta desconectar un poco del trabajo y la ciudad en sí e irse con su primo. Tiene una vida más interesante de lo que aparenta a simple vista, piensa Alexia, que escucha divertida sus anécdotas.

 

Como la broma del año pasado, el día que se tiraron de pesca en el lago cercano a la casa de su primo.

 

’Marco que es un apasionado de la pesca llevaba toda la mañana pegado a su caña de pescar, que en rara vez había ido algún pez a visitarla. Después de comer Sergio le dijo que iba a echarse una siesta, pero lo que hizo fue poner en marcha su broma. Aprovechó cuando Marco estaba despistado colocando las lombrices para meterse sigilosamente en el lago.

Podía aguantar bastante tiempo debajo del agua pero tenía que ir rápido si quería que no le pillara. La verdad es que el lago estaba bastante verde, por no decir sucio, como para que le pudiera ver buceando. Eso era bueno y a la vez malo, porque apenas veía malamente lo que le rodeaba bajo el agua. Algún pez que otro veía por ahí.

Como no aguantaba más tiempo sin respirar, divisó unos nenúfares. Se puso en medio de ellos y saco la nariz para coger aire, rezando para que los nenúfares pudieran tapar lo más que se pudiera ver. Siguió adelante. Ya estaba cerca.

Divisaba ya el gancho. Se acercó y vió a la pobre lombriz enganchada. No había contado con ello. La arrancó con un poco de asco y esta se hundió. Su primo ya habría sospechado que un pez había caído en la trampa, debido al movimiento del gancho, y estaría deseoso de comprobarlo. Así que, Sergio agarró la cuerda y empezó a dar pequeños tirones de ella. Notó como la cuerda se iba recogiendo y se iba acercando hasta la orilla. Pero él también tenía que avanzar con la ayuda de sus pies, si no, habría partido la caña y su primo le hubiera matado. Se estaba quedando sin aire. Tenía que actuar rápido. Sacó primero su mano enseñándole el gancho y luego sacó la cabeza.

 

-Hola primito.-dijo Sergio con una sonrisa pícara.

 

-Serás…-no le dio tiempo a continuar porque su primo se abalanzó a sus piernas haciendo que este perdiera el equilibrio y cayera al agua con caña incluida. ’’

 

-Se debió enfadar bastante.-comenta Alexia entre risas.

 

-Bueno, no iba a pescar nada de todas formas y un baño fresquito en verano no le hace mal a nadie. Al final reconoció que la broma había estado bien.

 

-Es que era una buena idea.

 

-El tiempo que estoy allí es tiempo de comprobar quién hace la mejor broma del verano, entre otras cosas. Es genial.

 

 

Ella le cuenta, que tiene dieciséis años y que, como es lógico, va al instituto.

Que toca la guitarra en el grupo que ha formado con cuatro de sus amigos. Saltándose el pequeño detalle de que estuvo saliendo unos meses con Iván, el batería del grupo, un amigo con el que estaba inseparable desde la infancia.

Ambos tenían muchas cosas en común, como la pasión por la música.

Siempre estuvieron los típicos comentarios de que eran novios, que es imposible que una chica y un chico sean mejores amigos… Pero en realidad ella nunca había visto a Iván de aquel modo, simplemente se podía tirar horas y horas con él. Luego cada uno por separado hacia lo que los demás niños a su edad, él jugaba al fútbol y ella a la comba o a las muñecas.

Este le había demostrado mucho con la muerte de su madre, a pesar de que sólo tenían siete años. No es habitual que los niños presten atención a los problemas que suceden alrededor y más si estos no les van ni les vienen. Ya que suelen pasarse los días volcados en su imaginación, viendo la vida de una manera divertida y sencilla. Pero él dejó un poco de lado esa parte de infancia para ayudarla como pudiese, la abrazaba o hacía que se distrajese cuando notaba a Alexia triste, cualquier cosa que se le viniera a la cabeza y pudiera funcionar. Eran esas tonterías insignificantes que a la vez significan mucho.

Fue en el instituto en el que ambos se dieron cuenta de que sentían algo más que amistad e intentaron salir unos meses, exactamente tres.  Su primer novio y su primer beso.

Comprobaron que era mejor ser sólo amigos y las cosas entre ellos siguieron estando como antes.

 

-Tierra llamando a Alexia, repito, tierra llamando a Alexia.-la chica vuelve en sí. Le resulta graciosa la imitación de su acompañante.

 

-Perdona estoy empanada.

 

-Nos pasa a todos en un mal día, tranquila.-eso lo dice para no tener que llamarme nada, hay muchos adjetivos con los que podía sentirme identificada hoy y ninguno bueno, piensa ella.-Bueno sígueme contando sobre ti.

 

-Pues… hay poca cosa, que estoy a nada del inicio de un fantástico mes con mi padre de camping.-dije irónica. Añadiendo un sonoro ‘’yujuu’’ al final.

 

-Se te ve con muchas ganas. Sí, sí. ¿No tenéis muy buena relación tu padre y tú, verdad? ¿No va tu madre con vosotros?

 

-Ojala, pero desgraciadamente está muerta.

 

-Ups, perdona.-se siente avergonzado, ha metido la pata hasta el fondo.

 

-Tranquilo pasó hace mucho, ya está asimilado.-una sonrisa tranquilizadora se dibuja en sus labios haciendo que este se sienta mejor.- El que no lo tiene asimilado aún es mi padre, por eso le odio. Tendría que haber aprendido a vivir con ello y serme un ejemplo a seguir en vez de abandonar su papel de padre y dejarme con mis abuelos.-la sonrisa ha desaparecido de su rostro.

 

-Vaya, no sé que decir. Pero tienes razón. Es duro, pero tendría que continuar en vez de tirar la toalla a las primeras de cambio.

 

-Por fin alguien está de mi lado. Mi abuela suele ponerse del lado de mi padre y le defiende con excusas tontas como que no viene a vernos porque está muy ocupado con su trabajo bla-bla-bla.

 

-Puede que tu abuela sólo quiera justificar su comportamiento para que tengas una buena imagen de él.

 

-Pero es un intento en vano porque no soy tonta y se lo que pasa.

 

-Ya… Por cierto, ¿tu pesadilla de antes tenía que ver con algo de tu madre?-intenta desviar el tema porque nota que a Alexia no le agrada demasiado, aunque ahora no sabe bien si el tema de antes era mejor que el que ha sacado.

 

-Sí… La pesadilla del accidente en el que murió. Muchas veces sueño con el. Es algo que se queda grabado y no se va fácilmente. Nueve años después y aquí sigue. Y lo que dará de sí. Al fin de al cabo vi con mis propios ojos como mi madre se iba y desgraciadamente nadie me podrá quitar eso nunca.

 

-Olvidarlo nunca se va a olvidar, hay que vivir con ello. ¿Fue accidente de tráfico?

 

-Sí.- afirma tristemente.

 

-Vaya, cuanto lo siento, de veras.-no sabe que otro tema sacar para dejar de incomodarla pero al final acaban hablando de otras cosas.

 

Continúan el resto del camino hablando de otros temas sin importancia, ambos se encuentran muy bien juntos.

 

Anuncian que ya están llegando a la parada de Alexia.

 

-Bueno parece que ya estamos llegando a mi parada, me ha encantado que este viaje lo haya pasado contigo.- dice cuando el autobús se detiene y se levanta.

 

 Ante la sorpresa de Alexia, Sergio se levanta a la vez que ella y la abraza con fuerza. Al principio se queda rígida, más tarde cede y le responde el abrazo.

Sus brazos la rodean y le hace sentirse bien, protegida como hace mucho que no se siente. De los abrazos que deseas que sean eternos y que jamás te suelten.

 

-Volveremos a vernos, ¿no?- le susurra al oído. Después la suelta, aunque es algo que ninguno de los dos quiere. –Verás como al final te lo pasas bien con tu padre.

 

-Eso espero.-contesta la chica por serle amable, porque está claro que sería rarísimo volvérselo a encontrar.- Ojala, pero lo dudo, pásatelo muy bien tú también.

 

Recoge la mochila de donde la dejó el chico antes, se la cuelga en un hombro y se dan dos besos.

Con una última mirada y una última sonrisa, la chica se aleja por el pasillo ante la atenta mirada del chico.

Lo que ella no sabe es a lo que realmente se refería Sergio.

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