miércoles, 18 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 5


Dentro está todo más construido. Han asfaltado un camino, han reemplazado varios árboles por alguna que otra flor o árboles tropicales, algún que otro banco de madera están colocados a los lados del camino, zonas de césped que en ese momento se van regando a través de aspersores, una fuente... Resulta bastante bonito.

Esta se guía hacia la recepción por los carteles que van indicando dónde ir, aunque con más o menos seguir el camino basta, pero no quiere arriesgarse a dar más vueltas de las que debe, o  en el peor de los casos, volverse a perder. Otros carteles más grandes van explicando algo que ver sobre la historia, la vegetación o la fauna del lugar, pero es algo que Alexia no hace demasiado caso.

Son más de la una de la tarde, su padre le habrá mandado algún que otro mensaje, se supone. Mira el móvil en busca de alguna mínima señal de que pueda hacer una llamada rápida. Este se porta bien dejando ver que hay dos rayitas de cobertura.

Cinco llamadas y dos mensajes de su padre:

<<De Julián, para Alexia:

He estado esperando a que vinieras, pero debe ser que ya estás al llegar. Tuve que volver a ir al pueblo más cercano de por aquí a por carbón para la barbacoa ya que a Christian no le quedaba, era por si vienes y no estoy. Volveré pronto.     Enviado a las 11:30>>

<<De Julián, para Alexia:

¿Dónde te has metido? Me tienes preocupado, he ido a recepción por si te habías quedado charlando o si no dabas con nuestra parcela y no has llegado. Christian se ha ofrecido voluntario para buscarte por fuera del camping en su moto y no te hemos encontrado. Si has decidido volverte a casa porque te molestó que no fuera a por ti tendrías que haberme mandado un SMS. Llámame para saber que estás bien.     Enviado a las 13:01>>

Vaya parece que está preocupado de verdad. El último mensaje lo mandó hace diez minutos exactos. Prueba a llamarle. Al tercer pitido lo coge.

-¿Alexia?- oye su voz al otro lado del teléfono, le resulta raro hablar con él por algo que no sean mensajes. Parece nervioso.

-Sí, papá, soy yo, ¿quién si no?

-¿Dónde estás? ¿Por qué no contestaste mis mensajes ni cogiste las llamadas?-pregunta ya más relajado.

-Estoy ya en el camping, pasaré por recepción y ya iré contigo. No recibí nada tuyo porque en el campo no se tiene mucha cobertura como comprenderás. No viniste a buscarme como dijiste, yo no tengo ni idea de cómo llegar hasta aquí y me perdí, si no llega a ser porque me encuentra un guarda forestal y se toma la molestia de traerme no estaría aquí.

-Lo siento mucho, en serio. Es mi culpa. Si no hub…

-No empieces, ya pasó y estaré dentro de poco ahí. Hasta luego.-le corta.

-Hasta luego. Me alegro de que a pesar de todo vengas.

-Qué remedio.- y cuelga.

 

Continúa caminando.

Bueno al menos su padre ya sabe que está bien. Pues su mes no ha empezado muy bien que digamos. No sabe cómo acabará.

El camino se divide en dos, uno sigue recto hacia el portón que lleva a las parcelas que han sido alquiladas y otro se desvía a la izquierda hasta llegar a una cabaña de madera con pinta de ser la recepción.

Según le informó su padre hace tiempo, habían construido un portón para acceder a las parcelas a modo de seguridad, debido a algún que otro pequeño incendio. Ahora en recepción daban tarjetas a sus clientes para enseñárselas al vigilante para dejar paso.

Va primero por el camino hacia la recepción. Sube las escaleritas. Y después de que los tablones de madera chirríen bajo sus pies, hace sonar la campanita.

Tiene que volver a intentarlo ya que no obtiene respuesta.

A continuación se oyen unos pasos lejanos en el interior que según se van acercando se hacen más perceptibles.

Abre la puerta y Alexia ve como un chico bastante guapo con más pinta de surfista que de recepcionista la mira con cara de asombro.

 

-¿Alexia?-pregunta el joven que tendrá un par de años más que ella.

-Sí, es la segunda vez que me lo preguntan hoy.-sonríe.

-Perdona Tarzana, es que no te encontré y pensé que a lo mejor eras más de quedarte a vivir en pleno bosque.-dice sacándole la lengua.- Ya no esperábamos que vinieras.  Anda pasa.

-Já, pues ya ves que soy más de dormir en una cama que en un árbol. ¿Esperábamos? – dice mientras entra en la cabaña.

Un aroma a pino inunda la habitación. A los lados hay estantes con comida y otras cosas que pueden resultar útiles, como cerillas, crema solar, linternas… También en los estantes hay objetos de recordatorio, como chapas, gorras, camisetas, tazas, postales, posters…

En una esquina hay un montón de leña. En el fondo de la habitación está la mesa de recepción, al lado de la mesa está una puerta que llevará al hogar.

Christian le indica que se siente en uno de los sofás que hay a la entrada que están junto una mesita llena de folletos y mapas del lugar.

El chico se sienta enfrente de ella.

 

-Sí, tu padre y yo.

-Ah, es verdad. ¿Con que tú eres Christian, no?- ya había olvidado que era él con el que tenía que hablar.- Mi padre te había mencionado antes.

 

-Sí, soy yo, chica lista. Preferiblemente llámame Chris.

Me ha comentado mi padre que no tienes muchas ganas de estar aquí y me ha pedido que algunos días quede contigo y tal para que te sientas más a gusto.

 

-No hace falta, no quiero suponer un estorbo.

 

-Para mí será un placer desconectar un poco de este tostón en el que me ha metido mi padre este verano. 

 

-Bueno entonces gracias. ¿Y cómo es que tu padre sabe que no quiero estar aquí?

 

-Verás, mi padre y el tuyo son viejos amigos de la infancia.

Tu padre ayudó al mío durante bastantes años a darle vida a este sitio. Cuando estuvo terminado tuvo mucho éxito y a tu familia le gustaba venir aquí todos los veranos, como recordarás. Hasta que pasó lo de tu madre.

A mí también me encantaba estar aquí de niño, se ve todo de una forma distinta. Era divertido.

Ahora aparte del paso del tiempo esto está muy muerto, apenas viene gente.

Bueno te daré tu tarjeta ya que tu padre estará hambriento. Dijo que te esperaría para hacer la barbacoa juntos.

Se levanta del sofá y seguido de Alexia se dirigen hacia la recepción. Este teclea algo en el ordenador, serán los datos personales o algo por el estilo. Mientras escribe intenta poner cara de interesante, pero a esta le resulta una actuación ridícula.

Saca una pequeña camarita y la apunta a ella.

 

-Enséñanos de lo que eres capaz, nena.-dice con voz entre seductora sacando morritos. Alexia principalmente se sonroja. Christian suelta una carcajada debido a la reacción.

 

-Un poco bobo eres, ¿eh?

 

-Yo hacía mi trabajo, tú eres la que se ha sonrojado.-sigue sonriendo porque la situación le divierte.

 

-¡Pero si ha sido por tu culpa!

 

-Ya, ya. Claro. Te ha gustado que te lo dijese yo.

 

-Serás creído…

 

-Eso lo dices para justificarte. Bueno pues a ver si te gusta más así.

Mira a la cámara y sonría.- dice poniendo al final una voz aguda y pausada que hace que esta se ría. Mientras se ríe le saca la foto.

 

-Ey, eso es trampa.

 

-Bien guapa que has quedado.

 

-Ya, ya.

 

Una vez lista la tarjeta se la entrega.

 

-Ale, con esto ya puedes entrar cuando quieras. Luego otra cosa es que el vigilante te reconozca ahí.- le indica la foto.

-Vaya, gracias.-comenta en tono irónico.

-Nos veremos pronto.

Después de despedirse, Alexia sale de la caseta de recepción para dirigirse al portón.

Giró a la izquierda para desviarse al camino que iba hacia el portón. Pasados unos minutos divisa la caseta del vigilante enfrente de la gran puerta de madera.

Al acercarse no vio a nadie y golpeó la ventanilla cada vez más fuerte hasta que un hombre con más cara de dormido que de otra cosa apareció al otro lado de la ventana.

Infundía respeto la cara de pocos amigos con la que le miraba, aparte de la fuerza que debía poseer por su cuerpo en general. Algo le dice que no debería haber llamado fuerte.

Sin decir nada ninguno de los dos, esta le entrega la tarjeta por el pequeño espacio que posee la ventana que parece ser de cine. Este la cogió. En su mano la tarjeta parecía haber encogido y ser minúscula, como si se le hubiera enterrado. La mira por encima comparando la imagen de la tarjeta con ella.

Vuelve a dársela a Alexia y pulsa un botón que hace que cada lado de la puerta se abra lentamente y con un chirrido en su correspondiente dirección.

-Gracias.-dice al fin la joven. El hombre ni se inmuta lo que le hace pensar que o bien es sordo o bien le ha comido la lengua un gato.  Le da la espalda y entra.

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