miércoles, 18 de septiembre de 2013

CAPÍTULO 6


Oye como se cierra la puerta a sus espaldas. Para entrar al camping necesita permiso del vigilante y para salir sólo le hace falta pulsar el botón rojo que acaba de ver al girarse.

Ahí el paisaje es el mismo que lleva viendo todo el día: árboles frondosos, pequeñas zonas de césped, pocos arbustos y pocas plantas más. A lo muy lejos se divisa el empiece del lago.

 

Según va andando por el liso pasillo de tierra, a sus dos lados va viendo las entradas de las diferentes parcelas que componen el camping. Cada una está señalada por un cartelito con el número de parcela y rodeada del tipo de vaya que vio a la entrada, ese tipo de vallas que se pueden saltar si quisieras. Con tanto árbol no se ve el interior de cada una, a lo mejor han plantado más árboles en esas zonas por el tema de la intimidad y tal.

Si se viese podría ver en cuál está su padre. Además se le olvidó preguntárselo a Christian. Vaya cabeza que tiene. Pensaba que sería más sencillo. No es plan de ir metiéndose de una en una en cada parcela.

A lo mejor lo ponga en la tarjeta. Sí, eso es posible.

La saca del bolsillo del pantalón donde antes la metió. El nombre, los apellidos, la foto… Menuda foto. Tiempo de estancia, número de parcela…

Ahí está. Diez.

Cuando se quiere dar cuenta ha acabado encima de una joven de tirabuzones rubios.

-¡Mira por dónde vas!- le grita la rubia con voz aguda. La empuja para quitársela de encima haciendo que Alexia caiga bocarriba a su derecha. Menuda fuerza que tiene la rubita cuando se cabrea.

-Lo mismo digo. Y no hace falta que empujes Barbie. Lo digo por el bien de tus uñas.-dice imitando su voz aguda.

-Prefiero Jenny. No me llames Barbie, Harry Potter.-había olvidado la herida que tenía en la frente, la comparación es divertida, pero no si viene de su boca- Reza porque no le haya pasado nada a mi móvil. – se levanta. Y va a por su móvil. Que aparentemente no le ha pasado nada.

-Oh, perdoona…-dice irónicamente mientras también se levanta y coge la tarjeta.-Eso te pasa por estar con el whatsapp.

- Twitter.-la corrige.

-Oh, guau. Fíjate tú que diferencia. Estabas haciendo algo inútil de todas formas. Rezaría porque se te hubiese roto.

-Volveremos a vernos Potter.-y se marcha.

  

¿Es una amenaza? ¿Esa pija me estaba amenazando? Madre mía, como con las pocas personas que hay aquí sean todas como Jenny lo llevo crudo.

  

Sacude como puede sus vaqueros y la espalda. Continúa caminando todo recto en busca de la parcela número diez.

Pasados cerca de cinco minutos ve enfrente suya el cartel con el número diez. Ya son las dos de la tarde, justo para ir a comer. O para hacer de comer. Había olvidado que su padre quería que hicieran la barbacoa juntos.

Entra por el pasillito que conduce al interior de la parcela.

Allí sentado en uno de los asientos de la mesa de picnic se encuentra Julián, cuya mirada se cruza con la de su hija.

Su cabello se muestra más plateado que desde la última vez que le vio, pero todavía le queda mucha parte de ese típico pelo castaño que ha visto en tantas fotos. Esas fotos que le ha ido enseñando su abuela de cuando su padre era joven. Ha dejado atrás aquella barba que cortaba cada semana para dar paso a una perilla canosa.

Bajo sus ojos marrones se encuentran unas grandes ojeras que dejan claro que desde hace mucho tiempo no duerme bien o duerme poco. Será que al final es cierto que en estos últimos meses ha tenido mucho trabajo. A decir verdad no tiene el mejor de sus aspectos.

Esboza una tímida sonrisa de alivio. Se levanta y camina hacia ella. Rodea a Alexia con sus brazos pero esta no hace lo mismo con él. Simplemente se queda rígida en el sitio.

 

-Me alegro de verte.- ahora muestra una mueca de tristeza al notar su distanciamiento.

-Ya.

-Bueno pues este es el sitio en el que pasaremos un mes. A ver qué te parece. Pienso que así te gustará. Si no te gusta puedes cambiar a tu gusto. Ve a echar un vistazo mientras enciendo el fuego, pero no te enrolles mucho que ya es tarde y tengo ganas de que la barbacoa la hagamos juntos.- dicho esto le da la espalda y se dirige hacia la pequeña barbacoa que estaba al lado de la mesa de picnic.

Alexia deja la mochila a sus pies y observa desde el sitio en el que lleva desde que llegó.

La parcela es bastante grande y al estar de las últimas de ese pasillo se ve una pequeña parte del lago. A su izquierda se encuentra la mesa de picnic y la barbacoa donde está su padre, junto con una nevera portátil y varias cajas donde supone que está la comida y grandes garrafas de agua.

Ha sustituido los troncos de las películas por cojines alrededor de una hoguera sin encender aún. Enfrente suya hay una tienda de campaña a la que se llega por unos pequeños peldaños, nunca había visto una así, todas suelen ir en el suelo como la otra que hay a su derecha. También ha traído su vieja radio y cañas de pescar, que se encuentran al lado de una barca tumbada en el suelo. A su derecha se alza un cilindro hueco con cortina que deberá de ser para que se cambien de ropa. Le habrá costado mucho tiempo traer todo esto y montarlo.

En la rama de un árbol ha colgado una rueda de una cuerda haciendo de columpio como hacia todos los años. Lo que pasa es que ahora todo ha cambiado. Empezando por ella. Ya no tiene siete años, pero ha de reconocer que tiene ganas de comprobar si esa rama puede resistir su peso.

Todo le parece bien, pero se ha dado cuenta de que no ve ni rastro de un baño o de cualquier cosa que se pueda hacer pasar por ello.

-Para la ducha y demás siento decirte que tendremos que ir al baño público que está a la derecha del lago.- indica Julián, el que parece haberle leído el pensamiento.

-Ah, vale. Por lo demás está todo muy bien como lo has preparado.- dice en el intento de ser amable con él y empezar de nuevo con su relación de padre e hija. Ambos tendrán que empezar de cero.

Él la sonríe. Alexia se acerca a la barbacoa a ayudarle. El calor que desprende no es de agradecer, bastante es el calor que hacía ya. Prepara la mesa y le pasa lo que le ordena. En el intento de hacer algo más hace que se quemen algunos de los filetes. Está claro que la cocina no es lo suyo o al menos hacer barbacoa.

Cerca de las tres de la tarde, finalmente se sientan a comer.

-Te has pasado comprando.- mira alucinada la fuente de comida que tiene delante.

-No es mucho teniendo en cuenta que nos hemos quedado sin gran parte de ellos porque los has quemado.-Hace una pausa para masticar un trozo- Esos para los peces.

-Exagerado, siguen siendo comestibles.-coge uno de los trozos quemados y se lo mete a la boca. A los pocos segundos le entran arcadas y se gira para escupirlo. – Buag, sabe a carbón.

-No sé por qué será…-comenta irónico.

-Muy gracioso.-dice después de haberle dado unos cuantos tragos de agua.

Silencio. Siguen comiendo.

-Alexia de verdad que lo siento mucho por todo.-rompe el silencio.

-Va, no empieces. Estoy aquí. Estoy intentando perdonarte y ser amable. Mejor borra este tema de nuestras conversaciones.

-Está bien.  ¿Qué te ha parecido Christian?

-Parecía majo y tal cuando le vi. Tampoco me ha dado tiempo a conocerle pero hablando me ha dado una imagen del típico chico creído y borde. No sé, eso es lo que me ha parecido.

-Creo que deberías fiarte más en lo que te dijo su apariencia, en este caso. Se encuentra un poco perdido y muestra dos caras completamente distintas. Es normal, su infancia no ha sido muy fácil.

-La mía tampoco ha sido muy fácil que se diga…-suelta de indirecta como el que no quiere la cosa. No sabe cuál será el oculto pasado de Christian. Ya lo averiguará otro día.

-El chaval es buen chico, ya tendrás tiempo de conocerle. –  ignorando el comentario de su hija la agarra de un brazo para que le siga- Ven te quiero enseñar algo.

Alexia le sigue con curiosidad. Su padre se para enfrente de un árbol bastante grande. No sabe lo que quiere que vea su padre hasta que lo ve más abajo.

Raspado en el tronco están los números del uno, que se encuentra el más bajo, al seis, que es el más alto. Cada número está acompañado de una raya que indica una medida.

Arriba de todos los números está puesto el nombre de Alexia.

Aquello que está viendo es un medidor de su altura a lo largo de todos los veranos que pasaron allí.

-Siempre cogíamos la misma parcela por petición de tu madre. Apuesto a que le hacía más ilusión a ella que a ti ver como la rayita era más alta cada año.

-Es un recuerdo muy bonito, papá.-dice emocionada.

-Sí, lo es.- por su tono está claro que le ha hecho muy feliz que se haya referido a él como su padre.

-¿Podrías medirme ahora?-pregunta.

-¿Ahora?- dice dudoso, no se esperaba esa petición pero acepta.

Alexia coloca sus talones y espalda pegados al tronco del árbol e intenta ponerse más recta como puede. Llega su padre con un cuchillo para raspar la corteza haciendo que a esta se la erice el vello sólo de notar el frío filo del cuchillo tan cerca de su cabeza. Tras haberlo señalado la chica puede ya cambiarse de sitio, más aliviada.

Después de haber puesto el número dieciséis al lado de la raya se gira para hablar con su hija.

-No tengo un metro a mano pero calculo que medirás un metro sesenta y ocho o así. Muy poco si cuentas con estas dos torres de padres que tienes.

 Contando con que tu madre estuviera aquí…

 

-Bueno tú tampoco mides más de uno setenta y cinco, y mamá era como tú.

 

-Pero ya es más que tú. – esta le da un golpe cariñoso y él se ríe. Hace una pausa y a continuación se pone más serio.- Alexia… verás… respecto al tema de tu madre…

 

-He dicho que prefiero no hablar de ese tema, por favor.

 

-Esto es importante déjame acabar.

 

-Está bien.

 

-Cuando tuvo el accidente… estaba esperando un niño de tan sólo dos meses.

 

  

 

¿Y me lo suelta así de golpe? No es muy fácil asimilar que en un mismo día perdiese una madre, un padre y un hermano que ni siquiera tuvo la oportunidad de llegar a ver la luz del sol. Debe notarme el impacto en la cara que se me ha quedado.

Desde siempre he soñado tener un compañero de juegos y demás. Y ahora me entero de que mi sueño de la infancia estuvo a punto de hacerse realidad.

 

  

 

-¿Un her… hermano? ¿Por qué no me lo dijisteis nunca sabiendo la ilusión que me haría?

 

-Sabíamos que te haría mucha ilusión, por eso preferíamos guardarlo en secreto para darte una sorpresa diciéndotelo si lo notabas o, si no te percatabas de la tripa, cosa que sería ilógica, te lo pensábamos decir cuando llegase el bebé. Pero nunca llegó.- Alexia agacha la cabeza asimilándolo. Vuelven a donde están las tiendas de campaña y demás sin mucho de lo que hablar, él esquiva seguir hablando del tema. – Ahora que te he medido me he fijado en tu herida de la frente. ¿Qué te ha ocurrido?

 

-Me caí mientras andaba hacia mi asiento del autobús. Menos mal que un chico me ayudó en todo lo que pudo, fue un detalle por su parte. –sonríe al recordar a Sergio y todo lo ocurrido. Pero sigue sin saber porque en ese día optan por esquivar temas importantes en vez de acabar de contarlos, pero prefiere pasar y tratar ese tema en otro momento.

 

-Vaya.  ¿Te gustó el del autobús, verdad?- deja caer dándole un codazo mientras sonríe.- ¿Qué tal de chicos en general?

 

Alexia se sonroja un poco. No entiende a qué viene ahora esa pregunta sacando el tema chicos después de los altibajos de los que está compuesta su relación. Opta por una respuesta simple.

 

-Ahí vamos…-hay un incómodo silencio de por medio.- Por cierto, tengo que darle una señal de vida a este chico. Es. Sólo. Un. Conocido. –dice pausadamente para que le quede claro.

 

-Vale. Vale. Entendido.-levanta las manos al igual que un delincuente hace cuando la policía le pilla.- Pues me iré a por más leña, que la acabaremos necesitando, para dejarte in-ti-mi-dad. –comenta imitándola.

 

Cuando su padre se ha ido esta se dirige a su mochila en busca de su móvil.

 

Teclea su número de memoria. Apenas ha dado a llamar cuando ya se oye una voz al otro lado del teléfono.

 

-He esperado todo el día a que me llamaras.

 

CAPÍTULO 5


Dentro está todo más construido. Han asfaltado un camino, han reemplazado varios árboles por alguna que otra flor o árboles tropicales, algún que otro banco de madera están colocados a los lados del camino, zonas de césped que en ese momento se van regando a través de aspersores, una fuente... Resulta bastante bonito.

Esta se guía hacia la recepción por los carteles que van indicando dónde ir, aunque con más o menos seguir el camino basta, pero no quiere arriesgarse a dar más vueltas de las que debe, o  en el peor de los casos, volverse a perder. Otros carteles más grandes van explicando algo que ver sobre la historia, la vegetación o la fauna del lugar, pero es algo que Alexia no hace demasiado caso.

Son más de la una de la tarde, su padre le habrá mandado algún que otro mensaje, se supone. Mira el móvil en busca de alguna mínima señal de que pueda hacer una llamada rápida. Este se porta bien dejando ver que hay dos rayitas de cobertura.

Cinco llamadas y dos mensajes de su padre:

<<De Julián, para Alexia:

He estado esperando a que vinieras, pero debe ser que ya estás al llegar. Tuve que volver a ir al pueblo más cercano de por aquí a por carbón para la barbacoa ya que a Christian no le quedaba, era por si vienes y no estoy. Volveré pronto.     Enviado a las 11:30>>

<<De Julián, para Alexia:

¿Dónde te has metido? Me tienes preocupado, he ido a recepción por si te habías quedado charlando o si no dabas con nuestra parcela y no has llegado. Christian se ha ofrecido voluntario para buscarte por fuera del camping en su moto y no te hemos encontrado. Si has decidido volverte a casa porque te molestó que no fuera a por ti tendrías que haberme mandado un SMS. Llámame para saber que estás bien.     Enviado a las 13:01>>

Vaya parece que está preocupado de verdad. El último mensaje lo mandó hace diez minutos exactos. Prueba a llamarle. Al tercer pitido lo coge.

-¿Alexia?- oye su voz al otro lado del teléfono, le resulta raro hablar con él por algo que no sean mensajes. Parece nervioso.

-Sí, papá, soy yo, ¿quién si no?

-¿Dónde estás? ¿Por qué no contestaste mis mensajes ni cogiste las llamadas?-pregunta ya más relajado.

-Estoy ya en el camping, pasaré por recepción y ya iré contigo. No recibí nada tuyo porque en el campo no se tiene mucha cobertura como comprenderás. No viniste a buscarme como dijiste, yo no tengo ni idea de cómo llegar hasta aquí y me perdí, si no llega a ser porque me encuentra un guarda forestal y se toma la molestia de traerme no estaría aquí.

-Lo siento mucho, en serio. Es mi culpa. Si no hub…

-No empieces, ya pasó y estaré dentro de poco ahí. Hasta luego.-le corta.

-Hasta luego. Me alegro de que a pesar de todo vengas.

-Qué remedio.- y cuelga.

 

Continúa caminando.

Bueno al menos su padre ya sabe que está bien. Pues su mes no ha empezado muy bien que digamos. No sabe cómo acabará.

El camino se divide en dos, uno sigue recto hacia el portón que lleva a las parcelas que han sido alquiladas y otro se desvía a la izquierda hasta llegar a una cabaña de madera con pinta de ser la recepción.

Según le informó su padre hace tiempo, habían construido un portón para acceder a las parcelas a modo de seguridad, debido a algún que otro pequeño incendio. Ahora en recepción daban tarjetas a sus clientes para enseñárselas al vigilante para dejar paso.

Va primero por el camino hacia la recepción. Sube las escaleritas. Y después de que los tablones de madera chirríen bajo sus pies, hace sonar la campanita.

Tiene que volver a intentarlo ya que no obtiene respuesta.

A continuación se oyen unos pasos lejanos en el interior que según se van acercando se hacen más perceptibles.

Abre la puerta y Alexia ve como un chico bastante guapo con más pinta de surfista que de recepcionista la mira con cara de asombro.

 

-¿Alexia?-pregunta el joven que tendrá un par de años más que ella.

-Sí, es la segunda vez que me lo preguntan hoy.-sonríe.

-Perdona Tarzana, es que no te encontré y pensé que a lo mejor eras más de quedarte a vivir en pleno bosque.-dice sacándole la lengua.- Ya no esperábamos que vinieras.  Anda pasa.

-Já, pues ya ves que soy más de dormir en una cama que en un árbol. ¿Esperábamos? – dice mientras entra en la cabaña.

Un aroma a pino inunda la habitación. A los lados hay estantes con comida y otras cosas que pueden resultar útiles, como cerillas, crema solar, linternas… También en los estantes hay objetos de recordatorio, como chapas, gorras, camisetas, tazas, postales, posters…

En una esquina hay un montón de leña. En el fondo de la habitación está la mesa de recepción, al lado de la mesa está una puerta que llevará al hogar.

Christian le indica que se siente en uno de los sofás que hay a la entrada que están junto una mesita llena de folletos y mapas del lugar.

El chico se sienta enfrente de ella.

 

-Sí, tu padre y yo.

-Ah, es verdad. ¿Con que tú eres Christian, no?- ya había olvidado que era él con el que tenía que hablar.- Mi padre te había mencionado antes.

 

-Sí, soy yo, chica lista. Preferiblemente llámame Chris.

Me ha comentado mi padre que no tienes muchas ganas de estar aquí y me ha pedido que algunos días quede contigo y tal para que te sientas más a gusto.

 

-No hace falta, no quiero suponer un estorbo.

 

-Para mí será un placer desconectar un poco de este tostón en el que me ha metido mi padre este verano. 

 

-Bueno entonces gracias. ¿Y cómo es que tu padre sabe que no quiero estar aquí?

 

-Verás, mi padre y el tuyo son viejos amigos de la infancia.

Tu padre ayudó al mío durante bastantes años a darle vida a este sitio. Cuando estuvo terminado tuvo mucho éxito y a tu familia le gustaba venir aquí todos los veranos, como recordarás. Hasta que pasó lo de tu madre.

A mí también me encantaba estar aquí de niño, se ve todo de una forma distinta. Era divertido.

Ahora aparte del paso del tiempo esto está muy muerto, apenas viene gente.

Bueno te daré tu tarjeta ya que tu padre estará hambriento. Dijo que te esperaría para hacer la barbacoa juntos.

Se levanta del sofá y seguido de Alexia se dirigen hacia la recepción. Este teclea algo en el ordenador, serán los datos personales o algo por el estilo. Mientras escribe intenta poner cara de interesante, pero a esta le resulta una actuación ridícula.

Saca una pequeña camarita y la apunta a ella.

 

-Enséñanos de lo que eres capaz, nena.-dice con voz entre seductora sacando morritos. Alexia principalmente se sonroja. Christian suelta una carcajada debido a la reacción.

 

-Un poco bobo eres, ¿eh?

 

-Yo hacía mi trabajo, tú eres la que se ha sonrojado.-sigue sonriendo porque la situación le divierte.

 

-¡Pero si ha sido por tu culpa!

 

-Ya, ya. Claro. Te ha gustado que te lo dijese yo.

 

-Serás creído…

 

-Eso lo dices para justificarte. Bueno pues a ver si te gusta más así.

Mira a la cámara y sonría.- dice poniendo al final una voz aguda y pausada que hace que esta se ría. Mientras se ríe le saca la foto.

 

-Ey, eso es trampa.

 

-Bien guapa que has quedado.

 

-Ya, ya.

 

Una vez lista la tarjeta se la entrega.

 

-Ale, con esto ya puedes entrar cuando quieras. Luego otra cosa es que el vigilante te reconozca ahí.- le indica la foto.

-Vaya, gracias.-comenta en tono irónico.

-Nos veremos pronto.

Después de despedirse, Alexia sale de la caseta de recepción para dirigirse al portón.

Giró a la izquierda para desviarse al camino que iba hacia el portón. Pasados unos minutos divisa la caseta del vigilante enfrente de la gran puerta de madera.

Al acercarse no vio a nadie y golpeó la ventanilla cada vez más fuerte hasta que un hombre con más cara de dormido que de otra cosa apareció al otro lado de la ventana.

Infundía respeto la cara de pocos amigos con la que le miraba, aparte de la fuerza que debía poseer por su cuerpo en general. Algo le dice que no debería haber llamado fuerte.

Sin decir nada ninguno de los dos, esta le entrega la tarjeta por el pequeño espacio que posee la ventana que parece ser de cine. Este la cogió. En su mano la tarjeta parecía haber encogido y ser minúscula, como si se le hubiera enterrado. La mira por encima comparando la imagen de la tarjeta con ella.

Vuelve a dársela a Alexia y pulsa un botón que hace que cada lado de la puerta se abra lentamente y con un chirrido en su correspondiente dirección.

-Gracias.-dice al fin la joven. El hombre ni se inmuta lo que le hace pensar que o bien es sordo o bien le ha comido la lengua un gato.  Le da la espalda y entra.

CAPÍTULO 4

Una mano le agita el hombro suavemente. Alexia abre un poco los ojos y ve una mujer vestida de verde. Bueno, en realidad una sola no, ve millones de mujeres vestidas de verde hasta que consigue que las imágenes se centren en una sola.

Ahora lo ve claramente. Delante de ella se encuentra una mujer rubia con el pelo corto que aparenta tener cerca de sus cincuenta años. Según su uniforme debe de ser un guarda forestal. No parece ser muy fuerte. La mujer no para de agitarla delicadamente. Hablándola pero esta sólo oye murmullos, nada claro.

-Perdona, ¿qué decías?- consigue decir.

-Me preguntaba que hacías aquí tumbada en medio del bosque, tendrías que tener más cuidado. No sé qué te hubiera pasado si no te hubiera encontrado. Es muy peligroso andar sola por aquí, sobre todo si llega a anochecer. – dice la guarda seriamente al principio pero su tono se acaba suavizando al final.

-Lo sé, me había…perdido. Intentaba llegar al camping que está cerca de aquí pero debe ser que me desvié o algo.

-Ah… pobre, ¿no venías acompañada de un adulto?

-No… solo yo.

-Vaya, venga sube que te llevo hasta allí en el jeep.

Estira su mano y ayuda a Alexia a levantarse. No se había percatado de que detrás de la mujer se encontrase ningún vehículo.

-Por cierto me llamo Tania Robles, agente Robles, pero llámame Tania.

Que casualidad que se apellide Robles y trabaje en la naturaleza. El típico chiste.

-Alexia Mejía, encantada.-indica la joven.

-¿Gallega?-pregunta la guarda forestal.

-No, pero el apellido sí.-responde.

-Bueno, pues Alexia te presento a Aria que estará encantada de acompañarte en este pequeño trayecto.-dice sonriente la mujer.

-¿Aria?...-no sabe por dónde van los tiros.

-Sí, el jeep.-sigue sonriente.

-Ahhh… el coche…-se ha quedado a cuadros.

Que mujer más rara que por poner nombres se lo pone hasta al coche. Al final va a resultar que es verdad que la soledad sienta mal. No sabe si reír o llorar, mejor que no haga ninguna de las dos cosas y se limite a seguir el rollo a esta extraña señora.

-Yo también estaré encantada de que Aria me acompañe.-sonríe también.

-Bien entonces. Subamos.

Dicho esto las dos suben en el vehículo y este arranca.

Hacía mucho que no subía a ningún coche. Su abuela tiene el carnet pero hace mucho que no coge su viejo Audi y le ha cogido cierto miedo a conducir.

 

Alexia aprovecha para sacar la cabeza por la ventanilla, no van demasiado rápido ya que no es carretera, ni tampoco corre mucha brisa, pero con lo poco que le da de aire le basta.

Todo lo que se ve siguen siendo árboles, no sabe cómo la guarda se sitúa y sabe cómo ir.

No hablan por el camino, la mujer parece estar metida en su mundo.

Ella en cambio se limita a pensar en Sergio.

 Es increíble que se haya tomado la molestia de hacer eso para conocerla. ¡A ella! No se lo puede creer. ¿Cómo puede llegar a pensar que no querría conocerle y que pasaría de él? Cualquier chica estaría a los pies de ese joven con el pelo negro azabache que posee unos ojos que reflejan el mar. No tiene la pinta de ser de esos típicos tíos creídos, que piensan que el mundo es suyo y las chicas son de usar y tirar. Él no es así, se ve con sólo mirarle. A simple vista la gente expone a los demás parte de su personalidad.

 

Se siente un poco mal pensando de ese modo de otro que no sea Iván.

Esto le lleva pasando mucho tiempo, demasiado. Ha salido con uno o dos más después de él pero apenas han durado unas semanas antes de que ella cortara con ellos, siempre por lo mismo: porque aunque fuesen chicos increíbles no le gustan tanto, porque se siente incómoda, siente que le defrauda a su amigo… Aunque esto puede que no sea así porque él también ha salido con algunas… Simplemente porque ellos no son Iván. Ya está. Para qué engañarse uno mismo.

Quizás a Iván le pase lo mismo que a ella, y por eso también corte rápido. Eso quiere ella pensar. Pero ambos saben que están mejor como están.

 

Podría haber salido con más si ella hubiera querido, no es que sea de esas chicas que vuelvan locas a todo el instituto, pero más chicos de los que ella jamás hubiese pensado han estado detrás de ella. No le gusta haberles tenido que hacer daño sin querer.

No pensó que siendo como es gustase, no es que tenga mala personalidad, sino que es diferente a lo que se suele llevar. O puede decirse que ella tiene personalidad y las otras no, que son todas unas copias de otras, sí, así está mejor dicho.

Es más reservada; más tímida, no es que sea borde o seca simplemente no le gusta llamar la atención; no es tan popular, prefiere tener amigos que pueda contar con los dedos de la mano y que sean verdaderos a tener quinientos ‘’amigos’’ y que sean todos falsos como un billete de tres euros y no te valoren como persona; no tiene las mismas aficiones musicales, mientras las demás se vuelven locas bailando reggaetón, ella prefiere estar tumbada en la cama con los cascos oyendo algo como pop, rock o electro, algo que tenga más sentido en la letra.

Cosas de esas la diferencian. Sofía y Mónica son más como ella.

Será que lo diferente gusta.

 

Puede que con Sergio le salgan las cosas mejor que con los demás y sea la oportunidad de olvidarse de una vez de ver a su mejor amigo de esa manera. No es que quiera usarle para ello. Ese chico le gusta de verdad.

 

 

Pasados unos minutos y empiezan a verse unas vallas de madera, serán de indicación o para que no pasen animales, porque son igual de altas que las que colocan en los parques infantiles que cualquiera puede saltarse si quiere. Se encuentran en la puerta de entrada del camping. Unos postes de más de tres metros de altura alzan un cartel de madera también con un letrero en el que pone con letras negras ‘’Bienvenido a Lake Violet’’.

-Parece que hemos llegado.-el silencio al fin se rompe. Y el jeep frena.

-Sí, parece que sí. Muchas gracias a ti y a… Aria por haberme traído, en serio. No sé qué habría sido de mí si no me hubieras encontrado.-sale del vehículo, cierra la puerta y se apoya en la ventanilla mientras termina de hablar.

-Ha sido un placer hacer algo de provecho. En otras circunstancias te diría que exageras, pero como el caso es que esto es un bosque tienes razón, nunca se sabe que podría haber pasado.

Alexia busca su monedero con algo que pagarle a la señora por las molestias cuando esta le ve las intenciones.

-Eh, no me des nada. Hasta la vista Alexia. Disfruta tu estancia y no te me vuelvas a perder.- lanza un beso al aire y arranca antes de que Alexia pueda decirle o hacer nada para pararla. Y se va saludándola con la mano mientras esta ve como se aleja entre la arboleda.

Se encuentra otra vez sola. Pero las condiciones han cambiado, ahora no se encuentra perdida, está enfrente del cartel del camping donde pasará un mes.

CAPÍTULO 3

Hace bochorno fuera. Con lo bien que se estaba con el aire acondicionado en el autobús. No sólo se estaba bien por el aire eso lo sabe ella. Ha estado viendo como el vehículo se alejaba entre la arboleda.

Para colmo no hay nadie en la parada. Sólo hay un montón de árboles frondosos que ni su sombra es capaz de protegerte del calor. ¿Dónde se habrá metido su padre? Estaba claro que no vendría. Su palabra no sirve de nada. Se siente imbécil por haberle creido.

Se sienta al pie de un árbol en busca de su móvil, pero no es eso lo primero que encuentra. ¿Un papel? ¿De qué tiene ella un papel? Que raro. Mmmm... Será una de las partituras del grupo que se olvidó dejar en su escritorio. No está de humor como para ponerse a ver que es, primero tiene que encontrar su móvil y saber que ha sido de su padre.

 

Al final encuentra su móvil que se hallaba en uno de los bolsillitos de fuera de su mochila, si es que con tanto bolsillo no hay quien se aclare, pero era el único sitio donde le cabía con todo lo que quería llevar y además resulta muy cómoda para llevar.

 

Enciende el aparato, la lucecita blanca parpadea anunciándola que tiene cuatro mensajes nuevos sin leer, uno de su abuela, otro de su amiga Mónica, de Iván y por último de su padre. Decide leer los mensajes en el orden contrario, porque están colocados de mayor a menor importancia desde atrás hacia delante. No es que no le importe lo que le tenga que decir su abuela o lo que diga Mónica, pero su abuela será otra vez que se lo pase bien o que le llame cuando pueda y Mónica algo por el estilo. Iván está por delante de lo que le tenga que decir su amiga, ha de reconocer que sigue gustándole un poco su mejor amigo pero ambos han preferido volver a su amistad. Es algo que decidieron los dos después de esos tres meses. Es lo mejor.

Primero lee el de su padre, va a resultar que al final no le va a tocar llamarle a ella.

 

<<De Julián, para Alexia:

Alex, al final no podré ir a buscarte a la parada como acordamos, lo siento. El campamento no tiene pérdida, sigue todo recto y pasa por recepción donde Christian, el encargado de recepción, te dará la tarjeta para que puedas acceder al interior y algún folleto o mapa para que sepas donde ir. El chaval es muy majo y más o menos tiene tu edad, un poco más mayor, sé que haréis buenas migas y quizás podríais quedar algún que otro día. No se te olvide decirle que vienes de mi parte, aunque ya le dije que vendrías y la verdad es que no tienen muchos clientes ahora mismo asique sabrá. Hasta pronto.     Enviado a las 10:15 am>>

 

           

 

Como lo sabía. Me pregunto qué excusa toca para hoy. ¿Quién será ese Christian? Quizás no sea mala idea de que pasando algunos días con él se me haga más llevadera mi estancia allí.

 

  

 

<<De Alexia, para Julián:

Ole, tú.     Enviado a las 10:38>>

 

  

 

Vaya mensaje que le he mandado, pero no iba a ir en plan ‘’sí papá haré todo lo que me digas’’, sonrisa, sonrisa. Con eso entenderá que no me ha sentado nada bien.

 

  

 

<<De Iván, para Alexia:

Hola, Alexia. Quería darte un poco de ánimos por última vez antes de que pierdas la cobertura, aunque sé que no puedo hacer nada por cambiarte de ánimos.

Verás como al final del mes tendrás solucionado lo de tu padre, déjale claro lo que te molesta. Será bueno para ambos hablar con sinceridad y desahogaros.

Después irá más a visitarte, hazme caso, no puede estar así siempre, ¿no?

Bueno pocas cosas más tengo que decirte que no sepas.

Te acabas de ir y ya tengo muchas ganas de que vuelvas. Te echaré de menos pequeña. Un beso :P .     Enviado a las 10:11 am>>

 

  

Iván es un cielo como siempre. Ais… no entiendo porque me late el corazón más deprisa cada vez que me habla aunque sea por SMS. Esto no me tendría que pasar a mí. Pero ahora mismo tengo una sonrisa tonta que no se me despega de la cara. Es mi amigo y ya. Pero me ha dicho que la echará de menos. No es lo mismo un ‘’te echaré de menos’’ que un ‘’te echaremos de menos’’ o ‘’se te echará de menos’’. Pero el no tendrá en cuenta esas tonterías y lo habrá echo así porque es lo primero que le ha salido.

 

  

 

<<De Alexia, para Iván:

Tú siempre consigues cambiar mi estado de ánimo quieras que no renacuajo ;). Se me quedan cortas las veces en las que te agradezco todo lo que haces por mí. Espero que tengas razón en lo que dices.

No me echarás tanto de menos como dices, al fin de al cabo yo soy la que se va y tú te quedas allí con tu ambiente y tus cosas, yo sí que te echaré de menos. Un beso.     Enviado a las 10:40>>

 

<<De Mónica, para Alexia:

¡Hola cariño! Pásatelo muy bien capulla espero volver a saber de ti pronto, ¿eh? No te me enamores por allí no vaya a ser que te dé por mudarte y me quede sin guitarrista y sin mi mejor amiga. Si acaso líate con alguno pequeña zorrita mía. Sabes que va con todo mi amor.

Por cierto, he pensado nuevos proyectos para el grupo ya te informaremos cuando vuelvas. Un besoo.     Enviado a las 9:59>>

 

Alexia sonríe. Mónica tan loca como siempre. Desde que la conoció le ha gustado su carácter impulsivo, el que no le importe lo que digan y haga lo que le dé la gana. Carpe diem. O más al estilo Hakuna Matata, vive y se feliz. La vocalista del grupo es una de sus dos mejores amigas, tiene una voz increíble, nunca la ha oído desafinar ni nada siempre es tan perfecta… , aunque ella prefiera cantar rock piensan que le va más otro estilo.

 

Junto a ella está Sofía, que, aunque comparta con ellas su pasión por la música no toca ningún instrumento, las tres se encuentran muy unidas y siempre va a verlas cuando tocan o practican. Es la que más se parece a Alexia de las tres en la personalidad. Ayer ya estuvo con ella y se despidieron hasta septiembre.

<<De Alexia, para Mónica:

¡Monii! Tú tan fina como siempre, ¿eh? No cambias, no. Pero yo no quiero que cambies, eres perfecta tal y como eres. No te quedarás sin nadie y no me liaré con nadie, ¿tranquila? Volveré en un visto y no visto. Un besoo.     Enviado a las 10:43>>

 

Y por último haber que quiere su abuela.

 

<<De Lourdes, para Alexia:

¿Con que llevabas todo, eh? Te dejaste mis pastitas en la encimera. Mira que si llegas a pasar hambre…, nunca me haces caso. Bueno sólo era eso. Diviértete.     Enviado a las 9:45>>

 

<<De Alexia, para Lourdes:

Ay abuela, no te enteras de que no me voy a morir por dos horas y pico de viaje sin comer. Y gastas saldo para sólo recordármelo… Pero gracias. Un beso.     Enviado a las 10:47>>

 

Después de haber mandado los SMS guarda su móvil en el bolsillo donde antes se encontraba, no cree que reciba nada más, pero quién sabe, puede que pille cobertura y todo. Se levanta del suelo, no es que un montón de raíces y un tronco sea lo mismo que un sofá pero se estaba bastante a gusto.

 

Continúa avanzando por donde cree que es el camino hacia el camping. No ve ningún cartel ni está señalizado. Se deja guiar por donde le dice su instinto y lo que parece ser un caminito. Su padre le dijo que siguiera todo recto pero no sabe dónde se encuentra ese todo recto, porque el camino no es que sea muy recto y con tanto árbol frondoso de por medio no hay quién vea, en este caso el ver o no ver no es cuestión de altura, aunque un par de alas o un helicóptero mismamente no le vendría nada mal, se conforma con una persona que sepa dónde está o un padre que hubiese cumplido su palabra. Sería algo que agradeciese.

 

Pasado un buen rato sigue dando vueltas en torno a ningún sitio. ¿Cuánto habrá estado andando? No tiene ni idea. Sólo sabe que tiene un calor que se muere y sed, mucha sed.

Vuelve a sentarse en el pie de otro árbol, aquí no tiene problema de que le quiten el asiento. Tiene millones de árboles para elegir. Difícil decisión. Parece que los árboles se van multiplicando por momentos. O eso cree.

La verdad es que se encuentra un pelín mareada. Por eso el motivo de sentarse, aparte de la sed que tiene.

 

Primero coge su móvil para ver qué hora tiene, las doce y cuarto. Lleva más de una hora andando. No tiene ni gota de cobertura. Se levanta y alza el brazo en busca de alguna mínima rayita de cobertura. Nada. Lo agita y da saltitos. Tampoco.  Pasados unos minutos se rinde y vuelve a sentarse.

Que angustia, con lo que daría ella por poder hablar con su padre, cualquiera lo diría. Ella preferiría hablar con Iván pero él no podría hacer nada por ella y su padre en cambio sí. Mejor no hacerse ilusiones ya que es imposible contactar con nadie.

 

Encuentra su cantimplora y da pequeños sorbitos, no sabe cuánto tiempo exactamente estará allí. Sigue fresca como cuando la saco de casa.

Cuando vuelve a meter la cantimplora donde estaba, su mano vuelve a cruzarse con el papel.

De repente le entra curiosidad por saber qué es. Ya que pensándolo mejor, no cree que tenga ninguna partitura metida en su mochila.

Lo coge y la desdobla. Esta no es una partitura, tampoco es su letra. ¿De quién será entonces? Abajo pone un nombre… ¡Es de Sergio!

Que intriga, el corazón le late a mil por hora.

 

<<Querida Alexia, si estás leyendo esto está claro que ha llegado bien a su destino y no has decidido pasar o tirarla. Lo segundo sería lo más probable que hicieras.

Bueno quería decirte que es una pena que nos hayamos tenido que conocer por tu desgracia, me hubiera gustado que hubiera sido en otras circunstancias, ya sabes.

Se me suele dar mal expresarme sobre un papel, pero lo que intento decir aquí no tiene mucha dificultad de expresión.

Decirte que desde el momento en el que tuve la suerte de poder limpiarte la herida empecé a creer en el amor a primera vista, o flechazos. No queda muy romántico que se diga pero es la verdad, ¿y a que todo el mundo no tiene la oportunidad de decir lo mismo?

Por si no te lo han dicho tus ojos son preciosos, pero la belleza de estos no sólo se encuentra en su color o forma, sino en lo que dan a ver a los demás, lo que expresan, el brillo en tu mirada. Aunque tú poseas los dos casos.

Y esa sonrisa que no desaparece de tu rostro. En fin, son demasiadas sensaciones en muy poco tiempo.

El caso es que me encuentro en esta situación. No enamorado, pero lo que sí sé es que me gustas mucho. Espero que te encuentres como yo.

Por eso quiero que me des esta oportunidad de conocernos, de que me enamore y hacer que tal vez puedas llegar a enamorarte de mí o que seamos simplemente amigos si vemos que no hay nada, pero no quiero perderte ahora que te he conocido. No soy nadie para decirte todo esto que te estoy diciendo si esta mañana ni nos conocíamos, pero espero que me entiendas. La edad no importa en absoluto, aunque sé que eso está muy dicho pero tienen razón. Nada más que decirte, que abajo te he puesto mi número de teléfono y esperaré a que contactes conmigo. Si has leído desde el principio hasta el fin me gustaría que al menos si prefieres pasar me mandes un SMS diciéndome lo que sea a que hagas como si nada.

Gracias por leerme. Espero que te guste lo que hay por detrás.

P.D. Dormida sigues estando igual de hermosa que despierta.     Besos. Sergio. >>

 

No se lo puede creer,  debe estar soñando, nadie le había hecho nada igual nunca antes. Pese a todo lo que está pasando, le ha hecho olvidarlo por unos instantes. Menuda sorpresa. Se le ha quedado perpleja.

Y es que lo que tiene detrás de esa carta no es nada más ni nada menos que un boceto de ella mientras duerme. Cualquiera diría que es una fotografía.

Posee una tímida sonrisa marcando sus hoyuelos. Pelos que se le soltaron del recogido que descansan sobre sus mejillas y frente. La forma de su nariz y todo está clavadito a como es ella.

 

La verdad es que a ella también le gustó mucho ese chico, pero no imaginó que este sentiría nada por ella. Se siente ilusionada. Tiene muchas ganas de que pase ese mes y pueda quedar con ese chico que la acaba de hacer tan feliz.

 

Memoriza su número de teléfono por si acaso, aunque bien podría haberlo añadido a sus contactos en el móvil.

Guarda todo y se tumba apoyando su cabeza en una de las raíces. Se encoje, ya que se siente desprotegida y sola. Tiene miedo, mucho miedo.

Deja que el sueño y el cansancio se la lleven, mientras espera a que pueda ocurrir un milagro.

CAPÍTULO 2


‘’Va hablando alegremente Claudia después de haber pasado el día en el zoo. Están haciendo el recuento de los animales vistos. Le divierte ver a su madre imitando los animales. Las dos se ríen. De repente, Claudia mira a su izquierda y se pone pálida. Alexia le pregunta que ocurre sin respuesta. Se pone muy nerviosa, no sabe que es lo que ha dejado a su madre paralizada.

Entonces lo ve, primero las luces, después distingue la figura de un coche. Este va directo hacia ellas. Su madre intenta esquivarlo como puede. Pero ya es tarde.

La niña ve el impacto, como el cuerpo de su madre va hacia la derecha y luego vuelve a la izquierda chocándose con los cristales que quedan de lo que antes era su ventana y acaba con la cabeza en el volante, sangrando, los airbags han amortiguado poco. Todo ocurre muy rápido. Ve algunos cristales ir de aquí para allá. Se hace muchas heridas pero no las siente. La imagen de su madre se le ha quedado grabada para siempre en la pupila. Lo demás que ve a continuación es oscuridad. ’’

 

Quiere gritar pero no le sale la voz. Despierta paralizada. Vuelve a la realidad y se sonroja al comprobar que algunos de los pasajeros del autobús están mirándola con mala cara, entre ellos Sergio que le mira con preocupación.

 

-Perdón… - las mejillas le arden. La gente murmurando se da la vuelta y continúa a lo suyo.

 

-Un mal día, ¿eh?- Alexia se gira sorprendida, no se había percatado de que Sergio la seguía mirando.

 

-Oh. Sí, sí. Perdona  sigo medio dormida. ¿Qué he echo mientras dormía para que se me queden mirando con esa cara?

 

-Pues… no parabas de moverte, te quejabas y dabas algún que otro gritito, pero no te preocupes, son unos exagerados.

 

-Que vergüenza. ¿Te he despertado?

 

-Que va. Ni siquiera he dormido, tenía muchas cosas en las que pensar. Tú en cambio habrás dormido cerca de media hora.

 

-Tendrías que haberme despertado, te habría echo compañía.  Los viajes en autobús se hacen muy aburridos.

 

-Tranquila, me has hecho compañía quieras que no. Te has movido mucho, pero no de mi lado.

 

-Que bobo. Si lo ves de esa forma…- los dos ríen. Es increíble la confianza que han cogido en apenas una hora. Sin contar que ella se habrá pasado cerca de media hora o más durmiendo.

 

Siguen hablando el resto del camino. Este chico tiene algo que le gusta, es una pena que dentro de nada tengan que separarse y puede que no le vuelva a ver. Quién sabe. La vida da muchas vueltas.

 

Sergio tiene veintitrés años. Es muy amable y divertido, le encanta hablar con él. Se dedica a la fotografía, pero también podría ser un gran pintor, los bocetos que le ha enseñado son preciosos. El fin de su viaje es pasar dos semanas en la casa de un primo Marco que vive cerca de la sierra, todos los veranos le invita a pasar algunos días. Allí harían escalada y demás, a Sergio le encanta desconectar un poco del trabajo y la ciudad en sí e irse con su primo. Tiene una vida más interesante de lo que aparenta a simple vista, piensa Alexia, que escucha divertida sus anécdotas.

 

Como la broma del año pasado, el día que se tiraron de pesca en el lago cercano a la casa de su primo.

 

’Marco que es un apasionado de la pesca llevaba toda la mañana pegado a su caña de pescar, que en rara vez había ido algún pez a visitarla. Después de comer Sergio le dijo que iba a echarse una siesta, pero lo que hizo fue poner en marcha su broma. Aprovechó cuando Marco estaba despistado colocando las lombrices para meterse sigilosamente en el lago.

Podía aguantar bastante tiempo debajo del agua pero tenía que ir rápido si quería que no le pillara. La verdad es que el lago estaba bastante verde, por no decir sucio, como para que le pudiera ver buceando. Eso era bueno y a la vez malo, porque apenas veía malamente lo que le rodeaba bajo el agua. Algún pez que otro veía por ahí.

Como no aguantaba más tiempo sin respirar, divisó unos nenúfares. Se puso en medio de ellos y saco la nariz para coger aire, rezando para que los nenúfares pudieran tapar lo más que se pudiera ver. Siguió adelante. Ya estaba cerca.

Divisaba ya el gancho. Se acercó y vió a la pobre lombriz enganchada. No había contado con ello. La arrancó con un poco de asco y esta se hundió. Su primo ya habría sospechado que un pez había caído en la trampa, debido al movimiento del gancho, y estaría deseoso de comprobarlo. Así que, Sergio agarró la cuerda y empezó a dar pequeños tirones de ella. Notó como la cuerda se iba recogiendo y se iba acercando hasta la orilla. Pero él también tenía que avanzar con la ayuda de sus pies, si no, habría partido la caña y su primo le hubiera matado. Se estaba quedando sin aire. Tenía que actuar rápido. Sacó primero su mano enseñándole el gancho y luego sacó la cabeza.

 

-Hola primito.-dijo Sergio con una sonrisa pícara.

 

-Serás…-no le dio tiempo a continuar porque su primo se abalanzó a sus piernas haciendo que este perdiera el equilibrio y cayera al agua con caña incluida. ’’

 

-Se debió enfadar bastante.-comenta Alexia entre risas.

 

-Bueno, no iba a pescar nada de todas formas y un baño fresquito en verano no le hace mal a nadie. Al final reconoció que la broma había estado bien.

 

-Es que era una buena idea.

 

-El tiempo que estoy allí es tiempo de comprobar quién hace la mejor broma del verano, entre otras cosas. Es genial.

 

 

Ella le cuenta, que tiene dieciséis años y que, como es lógico, va al instituto.

Que toca la guitarra en el grupo que ha formado con cuatro de sus amigos. Saltándose el pequeño detalle de que estuvo saliendo unos meses con Iván, el batería del grupo, un amigo con el que estaba inseparable desde la infancia.

Ambos tenían muchas cosas en común, como la pasión por la música.

Siempre estuvieron los típicos comentarios de que eran novios, que es imposible que una chica y un chico sean mejores amigos… Pero en realidad ella nunca había visto a Iván de aquel modo, simplemente se podía tirar horas y horas con él. Luego cada uno por separado hacia lo que los demás niños a su edad, él jugaba al fútbol y ella a la comba o a las muñecas.

Este le había demostrado mucho con la muerte de su madre, a pesar de que sólo tenían siete años. No es habitual que los niños presten atención a los problemas que suceden alrededor y más si estos no les van ni les vienen. Ya que suelen pasarse los días volcados en su imaginación, viendo la vida de una manera divertida y sencilla. Pero él dejó un poco de lado esa parte de infancia para ayudarla como pudiese, la abrazaba o hacía que se distrajese cuando notaba a Alexia triste, cualquier cosa que se le viniera a la cabeza y pudiera funcionar. Eran esas tonterías insignificantes que a la vez significan mucho.

Fue en el instituto en el que ambos se dieron cuenta de que sentían algo más que amistad e intentaron salir unos meses, exactamente tres.  Su primer novio y su primer beso.

Comprobaron que era mejor ser sólo amigos y las cosas entre ellos siguieron estando como antes.

 

-Tierra llamando a Alexia, repito, tierra llamando a Alexia.-la chica vuelve en sí. Le resulta graciosa la imitación de su acompañante.

 

-Perdona estoy empanada.

 

-Nos pasa a todos en un mal día, tranquila.-eso lo dice para no tener que llamarme nada, hay muchos adjetivos con los que podía sentirme identificada hoy y ninguno bueno, piensa ella.-Bueno sígueme contando sobre ti.

 

-Pues… hay poca cosa, que estoy a nada del inicio de un fantástico mes con mi padre de camping.-dije irónica. Añadiendo un sonoro ‘’yujuu’’ al final.

 

-Se te ve con muchas ganas. Sí, sí. ¿No tenéis muy buena relación tu padre y tú, verdad? ¿No va tu madre con vosotros?

 

-Ojala, pero desgraciadamente está muerta.

 

-Ups, perdona.-se siente avergonzado, ha metido la pata hasta el fondo.

 

-Tranquilo pasó hace mucho, ya está asimilado.-una sonrisa tranquilizadora se dibuja en sus labios haciendo que este se sienta mejor.- El que no lo tiene asimilado aún es mi padre, por eso le odio. Tendría que haber aprendido a vivir con ello y serme un ejemplo a seguir en vez de abandonar su papel de padre y dejarme con mis abuelos.-la sonrisa ha desaparecido de su rostro.

 

-Vaya, no sé que decir. Pero tienes razón. Es duro, pero tendría que continuar en vez de tirar la toalla a las primeras de cambio.

 

-Por fin alguien está de mi lado. Mi abuela suele ponerse del lado de mi padre y le defiende con excusas tontas como que no viene a vernos porque está muy ocupado con su trabajo bla-bla-bla.

 

-Puede que tu abuela sólo quiera justificar su comportamiento para que tengas una buena imagen de él.

 

-Pero es un intento en vano porque no soy tonta y se lo que pasa.

 

-Ya… Por cierto, ¿tu pesadilla de antes tenía que ver con algo de tu madre?-intenta desviar el tema porque nota que a Alexia no le agrada demasiado, aunque ahora no sabe bien si el tema de antes era mejor que el que ha sacado.

 

-Sí… La pesadilla del accidente en el que murió. Muchas veces sueño con el. Es algo que se queda grabado y no se va fácilmente. Nueve años después y aquí sigue. Y lo que dará de sí. Al fin de al cabo vi con mis propios ojos como mi madre se iba y desgraciadamente nadie me podrá quitar eso nunca.

 

-Olvidarlo nunca se va a olvidar, hay que vivir con ello. ¿Fue accidente de tráfico?

 

-Sí.- afirma tristemente.

 

-Vaya, cuanto lo siento, de veras.-no sabe que otro tema sacar para dejar de incomodarla pero al final acaban hablando de otras cosas.

 

Continúan el resto del camino hablando de otros temas sin importancia, ambos se encuentran muy bien juntos.

 

Anuncian que ya están llegando a la parada de Alexia.

 

-Bueno parece que ya estamos llegando a mi parada, me ha encantado que este viaje lo haya pasado contigo.- dice cuando el autobús se detiene y se levanta.

 

 Ante la sorpresa de Alexia, Sergio se levanta a la vez que ella y la abraza con fuerza. Al principio se queda rígida, más tarde cede y le responde el abrazo.

Sus brazos la rodean y le hace sentirse bien, protegida como hace mucho que no se siente. De los abrazos que deseas que sean eternos y que jamás te suelten.

 

-Volveremos a vernos, ¿no?- le susurra al oído. Después la suelta, aunque es algo que ninguno de los dos quiere. –Verás como al final te lo pasas bien con tu padre.

 

-Eso espero.-contesta la chica por serle amable, porque está claro que sería rarísimo volvérselo a encontrar.- Ojala, pero lo dudo, pásatelo muy bien tú también.

 

Recoge la mochila de donde la dejó el chico antes, se la cuelga en un hombro y se dan dos besos.

Con una última mirada y una última sonrisa, la chica se aleja por el pasillo ante la atenta mirada del chico.

Lo que ella no sabe es a lo que realmente se refería Sergio.